Creo que el título de mi precrítica ya deja bastante claro el asunto. Lo digo porque el público se divide en dos tipos de personas, los que aman la comedia negra y los que la detestan. Habrá quien también diga que ni fu ni fa, los menos. Pero no es lo mismo hacer una comedia negra sobre mafiosos y cadáveres que buscar una sátira sobre la clase alta. Está claro que esto último determina un irrefrenable deseo cultureta de perpetrar una película con la pretensión puesta al máximo.
Esto, para mí, ya es un malísimo presagio, sin embargo, creo que si hay alguien que puede hacerlo es un sueco (quien dice sueco dice otro país nórdico, es como quien dice chino queriendo decir coreano). El director sueco Johan Kling que no tiene demasiada experiencia en la dirección de largometrajes, por eso está en la sección nuevos directores del Festival de San Sebastián, pero que ha sido y seguramente seguirá siendo productor de televisión además una persona importante para la organización del festival de Cannes.
Está claro que el Zinemaldi está empeñado en rebuscar en el cine nórdico, al que este año dedica un ciclo entero, para encontrar nuevos directores dispuestos a ofrecer un cine intenso, original y muy trabajado. Hasta ahora no lo han hecho nada mal los encargados de seleccionar estas películas y por eso voy a confiar un poco más.
Aun así, un argumento que no promete demasiado sigue siendo un contra bastante grave. Lo dejaremos de momento en película normalita. De entretenida no creo que baje.