No es Sarah Polley precisamente
la primera que trata el tema. El tema. Una mujer, su pareja y
el otro. Lo hemos visto ya en todas su variantes posibles y desde
todos los puntos de vista. La cuestión es si aún se puede contar
algo, contar su propia historia. Creo que, sin llegar a sorprender ni
mucho menos, la directora lo consigue, hace suya la película. No es
fácil.
Eso sí, le cuesta llegar a ello, el
film camina al principio algo irregular, jugando con algún recurso
demasiado fácil y cayendo en ciertos tópicos. Pero a medida que va
entrando en harina y que la fase de cortejo y presentación va
finalizando, se van sucediendo algunas escenas muy logradas. Quizá
el primer punto de inflexión a través del cual la película crece
es la escena del parque de atracciones. Aunque llega verdaderamente a
su plenitud cuando ella toma la decisión definitiva. La conversación
sesgada centrada sólo en el rostro y las palabras de él, la
confesión de la ducha, la ventana entre ambos. Derroche emocional,
detalles que te desarman y dos excelentes interpretaciones de
Michelle Williams y Seth Rogen.
Sin artificios ni enredos tópicos, sin
estúpidos malentendidos ni situaciones forzadas. Simplemente el
problema, en crudo, sin adornos. Sin villanos ni héroes. Sin gritos.
Cuando la película parece haber
alcanzado ya su objetivo nos da más, nos cuenta lo que pasa después
del final de las malas comedias románticas, del y fueron felices
y comieron perdices. De como la aventura es por definición
efímera. Y nos lo cuenta virtuosamente con una secuencia de
travellings circulares que dibujan con precisión esa relación de
pareja. Vemos el fracaso de la protagonista pero no necesariamente se
nos presenta como un error, eso es algo que deberá decidir el
espectador. La búsqueda constante de un sueño, asumir cierto
vacío... se plantea el problema, un problema del ser humano, sin un
posicionamiento claro.
Lo que empieza como una comedia
romántica al uso, con un enamoramiento idealizado, termina como un
drama sobre el vacío humano, y como una disección de los procesos
en las relaciones de pareja actuales. Un drama que, en momentos
concretos, toca las teclas adecuadas para remover algo dentro de
nosotros. No es fácil.