La decepcionante película sólo consigue que se ruborize hasta el mayor de los entusiastas, y no me da pena por los amantes del libro y tal, ni siquiera por los amantes del género y tal, sino por el público en general, al que le venden la idea de film serio y comprometido con el espectáculo, sin que exista ni lo único ni lo otro.
Poner caras es lo único que parece ser real en las escenas más dramáticas e importantes del minutaje, pero caras ni siquiera dignas de una película de corte infantil que juega a ser de mayores, incluso en ocasiones al revés.
Sin emoción en las batallas, sin credibilidad en los planteamientos morales, y dejando a un lado la leyenda en sí de la espada, el niño, todo a destiempo y con desorden de intensidad y necesidad de la trama.
De banda sonora que llega a cabrear, con peleones luchadores de poco fundamento, y un nivel de cámara bastante justo, ni siquiera podemos salvar al señor protagonista adulto, el niño hace lo que puede, Colin Firth, que se ha metido en un buen lío al pertenecer a esta mala intención y no salir airoso de ella. Se acabó su periplo de héroe, un fiasco en general, no se acerquen señores.