Crítica de la película Últimos testigos: Fraga Iribarne-Carrillo, comunis por William Munny

José Luis López Linares es un documentalista, muestra es su más reciente trabajo, El pollo, el pez y el cangrejo real, que ahora junto a Manuel Martín Cuenca, acertado director de cine, como podemos ver el Malas temporadas o La flaqueza del bolchevique, puede llevar al extremo este concepto reuniendo en uno dos documentos visuales que unen a dos de los dirigentes más odiados y queridos de la segunda mitad de siglo en España. El título delata a estos personajes. El carácter experimental de uno y la necesidad de detalle del otro, puede que nos den, y estoy convencido, un producto muy necesario y hasta grato.

Supongo que más motivado como muestra de ambos políticos, desde el punto de vista de plasmar sus últimas visiones de dos ya avanzados en edad (pero ni un ápice retrasados en sus ideas, a vista de sus inumerables todavía comparecencias públicas), que como un ejercicio de enseñanza o propaganda, el documental será rico en homenajes ciertos, es decir, en ahondar en momentos esenciales que vivieron, para dejar caer los aplausos zalameros a un público entregado a sus ideas o contraideas.

¿Quién va a disfrutar más los minutos?, los que estuvieron en esos momentos con cierto grado de raciocinio y pueden saborear verdaderamente la importancia y tensión de los momentos, porque la generación más joven solo verá en eso un halo de recuerdo de aquella serie por capítulos tan concreta como fue La transición. Yo desde luego si pasa por mis manos, la veré, pero ahora mismo por otro lado e de reconocer que en estos tiempos de necesidad de cambio volver atrás es un poco joderse doblemente, ya se sabe.