Con el globo de oro aún calentito, esta se me antoja como una de las películas más atrayentes de la ya de por sí jugosa cartelera. Joe Wright, su director, ya me sedujo con su primera película, Orgullo y Prejucio. Aquella era una historia que además de ser muy clásica ya nos la sabíamos de pe a pa por las innumerables versiones e inspiraciones, y sin embargo Wright consiguió sacarle el máximo partido. Por esta razón, el hecho de que la base argumental de esta nueva película nos recuerde demasiado a las más convencionales películas románticas en tiempos de guerra, no es un motivo de inquietud para mí, a pesar de que me toque ser el precrítico más pro-modernitos.
Quiero que me vuelva a deslumbrar con esos bailes de cámara y esas pasiones potenciadas al máximo por una mirada intensa. Se diría que no sólo me deslumbró a mí, cuando este año decidieron elegir la nueva película del director, es decir, esta misma, para abrir el Festival de Venecia, algo completamente inusual para la segunda obra de un director.
Repite con él su musa en su anterior película, la bella Keira Knightley que además de en la simplona saga de Piratas del Caribe, la hemos visto en películas más interesantes como Domino. Una actriz sobradamente capacitada, que será, seguramente una de las claves de la película.
Seguramente no lo será tanto pero también tendrá su parte, James McAvoy, a quien hemos visto hace poco en La joven Jane Austen y no estaba nada mal. Otra que repite con el director es Brenda Blethyn de quien yo aún sigo reteniendo su papel en Secretos y mentiras como el más relevante de su carrera.
Una banda sonora y una fotografía convencionales pero eficaces y una narración clásica que empleará sin pudor aunque con buen tiento los recursos más habituales. Los más clásicos la disfrutarán ampliamente, y en general, los amantes del cine bien hecho quedarán satisfechos. Una de las citas del año.