Schroeder vuelve a firmar otro estimulante documental que, a nivel puramente cinematográfico, ofrece detalles muy interesantes.
Lo mejor de éste documentalista es que, sin ocultar su posición subjetiva (el documental no se llama El abogado del terror en vano), permite a los personajes deambular libremente por el metraje dándoles la oportunidad de decir lo que les da la gana.
A nivel cinematográfico consigue imprimir un buen ritmo durante todo el documental. Quizá resulta especialmente farragosa la parte de Camboya, que se encuentra narrada de una manera en la que sólo una persona que muy empapada de la vida de Jacques Vergés podría no perderse en la ensalada de nombres. Especialmente meritorio el comienzo, que sabe aprovechar todo el magnetismo del personaje de Vergés para atraparte y meterte en la historia.
Un documental que funciona a nivel cinematográfico y periodístico. Un acierto.