Crítica de la película Dream por Keichi

Como un mal sueño


3/5
29/09/2008

Crítica de Dream
por Keichi



Carátula de la película Desgraciadamente, así hay que definir el último trabajo del director coreano Kim Ki-duk. Su película queda muy por debajo de muchas de las grandes obras que pueblan su filmografía. En efecto, cumpliendo las peores expectativas, Dream se acerca más a sus últimos productos, films menores como Time o Aliento.

La premisa de la película es sencilla e implica a dos personajes: Lo que uno sueña, lo hace el otro. La simbología del film nos habla del equilibrio, las acciones malas que tienen su repercusión sobre las buenas, dejando como siempre un amplio grado de interpretación al espectador. Evidentemente, esta balanza se proyecta en las relaciones de los protagonistas, seres atrapados por su pasado y condenados a repetir el mismo error en sueños. El propio título de la película deja bien claro ese juego entre realidad y ficción que tan bien domina el director, es decir, los universos oníricos en que se mueven sus historias.

Kim Ki-duk termina de abandonar en este trabajo alguna de las características de su anterior etapa. Más de dos personajes, presencia de diálogos y una ausencia total de metáfora a través del entorno. Está claro que el director quiere evolucionar en su estilo narrativo -no tanto en las temáticas que toca- pero lo cierto es que este nuevo cambio no le está sentando del todo bien a su cine. Además, la violencia de las escenas es bastante más cruenta de lo que es habitual en él. La expiación que en Primavera, verano, otoño, invierno... y primavera se conseguía pintando en el templo flotante la realiza esta vez el protagonista sobre su propia piel a golpe de cuchillo.

Jô Odagiri y Na-yeong Lee firman dos interpretaciones excesivas, muy del gusto asiático, aunque lo hacen si caer en la caricatura. Y es francamente difícil. No hay más que ver como tratan de mantenerse despiertos manteniendo los ojos abiertos o dándose cabezazos contra la pared. El director suele ser amigo de combinar momentos de gran dramatismo con acciones que parecen cómicas. Lo lleva haciendo desde la poca conocida y maravillosa Domicilio desconocido. Hay que apuntar un detalle que pasará desapercibido para todos los espectadores que no sean coreanos o conozcan la lengua del país del sol naciente. El protagonista del film habla durante toda la película en un perfecto japonés, aunque el resto de personas le entienden sin problemas. Otra excentricidad más del director a la que cuesta encontrar un sentido concreto.

La imaginería visual de Kim Ki-duk consigue mantenerse viva en alguna toma. El suicidio de la chica y su transformación en mariposa invisible que vuela al encuentro del ser amado nos habla del poder de la imaginación como forma de libertad, idea que ya abordara en Hierro 3. No obstante, gran parte de la película ha perdido el especial encanto del director. No hay ni rastro de esa fotografía crepuscular ni de la reflexión calmada. Todo lo invade una cortina de azul invernal a través de la cual las cosas suceden de una manera más evidente pero mucho más difusa en sus conclusiones. Además, aunque el director siempre suele excederse en alguna parte de sus películas, en esta ocasión lo hace en demasiadas ocasiones.

Lo cierto es que si se tratara de otro director, Dream ganaría algún que otro punto más, pero no podemos olvidarnos que el nombre detrás de esta película es uno de los más grandes de toda la cinematografía asiática. Como tal, hay que exigirle que -si no puede superarse con cada nueva película- al menos no se relaje. Si somos algo críticos con este razonamiento, seguro que la disfrutamos más. En cualquier caso, esperemos que el coreano salga de esa especie de espiral descendente en la que parece verse inmerso últimamente. A pesar de todos sus defectos, Dream no es una mala película, pero eso no quita para que Kim Ki-duk esté pasado de rosca.




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