He tenido la gran suerte de leer hace poco el libro de Eduardo Punset, El viaje a la felicidad, donde se decía que la gran diferencia entre los humanos y el resto de animales es que a los primeros les basta con imaginar una situación de estrés para llegar a sentir miedo. Quizá por eso muchos puedan disfrutar ante el relato de la vida cotidiana de los animales, que no se complican por sí mismos la existencia. Buscan alimento para subsistir, escapan solo ante las situaciones de verdadero peligro y copulan para perpetuar su especie. Y eso en el fondo, nos hace sentir cierta envidia sana ante esa comunión con la naturaleza, de la que nos hacen un poco partícipes.
Tras Nómadas del viento, El viaje del emperador o Tierra, estamos ante otro ejemplo de documental podríamos llamar naturista. Mucha imagen bella de vastas extensiones polares y mucha ternura tras los ojos de los animales árticos a los que conoceremos mas profundamente.
Me parece muy acertado que se pueda disfrutar en familia de algo mas que dibujos animados en la gran pantalla. Una opción muy interesante para acercar a los más pequeños a esas lejanas tierras y a sentir respeto por los demás habitantes de la Tierra. Algo que tampoco nos vendría nada mal al resto, dados los días inciertos en los que vivimos. Aquí no se aportarán datos como en Una verdad incómoda, pero espero que exista cierto reclamo intrínseco que grite que nos estamos cargando el planeta.