Crítica de la película Appleseed Ex Machina por Keichi

La industria del anime tiene en su desmedida ambición comercial uno de sus puntos débiles. Es solo una cara más de una sociedad educada para consumir toda una serie de productos multidisciplinares pero estrechamente relacionados entre si como lo son el manga, los videojuegos o la música. En consecuencia, la inmensa mayoría de la producción animada japonesa responde a un planificado sistema de marketing, aunque honrosas excepciones vienen a demostrar de vez en cuando que las producciones artísticas e independientes también tienen cabida en su seno. No es el caso de la película que nos ocupa.

Empecemos por lo bueno. Como era de esperar, el nuevo trabajo de Shinji Aramaki sigue la misma línea evolutiva de su predecesora. Iba a resultar muy difícil igualar el prodigio técnico de Appleseed: The beginning pero el patrocinio de John Woo y dos duros años de trabajo han conseguido incluso superarlo. En efecto, la película es una delicia visual de principio a fin. Los estudios de animación japoneses se mantienen siempre a la vanguardia tecnológica, seguidos de cerca por unos pocos monstruos como Pixar. Digital Frontier no son tan conocidos como sus colegas de I.G o Ghibli pero no se quedan cortos en lo que a excelencia animada se refiere.

Aunando una vez más los diseños de personajes cell-shaded con unos gráficos generados por ordenador se consigue una curiosa estética de videojuego cuya plasticidad puede no convencer a todo el mundo pero que es innegablemente espectacular. Hemos podido ver esta técnica en otras producciones como Vexille pero aquí su implementación es superlativa. Eso si, en este caso se podría discutir hasta qué punto afecta esta opción de diseño a la expresividad de los personajes.

Tras un inicio demoledor -homenaje al productor incluido- la historia trata de sustentarse sobre unos poco sólidos cimientos que otorguen cierta lógica al festival gráfico. A la pareja formada por Deunan y Briareos se une ahora Tereus, formando una especie de triángulo amoroso. Aunque el argumento no está demasiado bien llevado se agradece que desaparezcan los molestos fantasmas del anime, con sus desarrollos erráticos y machacones. Por desgracia, eso se traduce en una trama muy poco atractiva. En cuanto al marco de la historia, más de un crítico ha querido ver aquí un plagio al cyberpunk de Matrix, olvidando las fuentes inspiradoras de las que bebieron los hermanos Wachowski. En este sentido, la permeabilidad del anime no hace más que recoger lo que un día prestó con algún interés extra. Atención a la escena de la fiesta, una mera excusa para lucir los diseños de Prada.

Se pueden enumerar fácilmente todos los tópicos del film: la megacorporación, el científico convertido al lado oscuro, la derrota del monstruo final y el posterior derrumbe de su fortaleza... En efecto, la película sigue las pautas de un modo casi insultante. Esta predecibilidad se justifica del siguiente modo. Cuando se ha invertido una ingente cantidad de dinero y recursos en una producción animada los responsables no pueden arriesgarse demasiado y han de seguir un camino marcado, sobre todo en un género tan predefinido como el del anime. Es una pena, sobre todo si se piensa que el manga de Masamune Shirow que adapta es uno de los más complejos universos del comic.

En resumidas cuentas, Appleseed: Ex Machina es una película de animación muy disfrutable pero que analizada más allá de su soberbia realización técnica no ofrece gran cosa. Lo cierto es que su primera entrega resultaba un poco más equilibrada. Volviendo la vista todavía más atrás en el tiempo las cosas resultan incluso menos esperanzadoras. Ampliando las miras críticas, el anime atraviesa desde hace tiempo una seria crisis creativa. Se echa en falta un nuevo sucesor espiritual de las ya lejanas Ghost in the Shell o Akira. Eso si, vistos los últimos devaneos filosóficos de Otomo y Oshii quizás sea mejor contentarse con esto...