Es un plan de domingo como otro cualquiera, un gran cuenco de palomitas, muy buena compañía y a pasar el rato. La gente habla de esta nueva entrega de Misión Imposible como algo sorprendente. No me la esperaba así, me ha gustado más de lo que creía y frases así se han ido escuchando desde su estreno.
La saga está claro que está resucitando desde el fondo de los infiernos en la que la dejó John Woo tras la segunda película, tras una primera entrega muy reconfortante con Brian De Palma a los mandos. La tercera parte de la saga, película que no he visto aún, con J.J. Abrams, que en esta película hace las veces de productor, y con Philip Seymour Hoffman como malo del cotarro. En esta nueva saga se cuenta en la dirección con la sorprendente presencia de Brad Bird, uno de los grandes directores de Pixar con Los increíbles y Ratatouille y con El gigante de hierro a las espaldas, ahí es nada.
El caso es que me imagino que este dato dará una cierta solvencia al producto final, destinado a lo que está destinado, y la cercanía en el tiempo del visionado de El topo y de ese cine de espías que tanto me gusta va a hacerle flaco favor al visionado en el que tendremos una mezcla entre Tom Cruise corriendo a toda velocidad, escaladas imposibles y sentido del humor al más puro estilo de James Bond, hasta creeremos encontrar parte de la gracia de la serie, todo muy correcto para ser lo que, en definitiva, es una nueva entrega de Misión Imposible.
Además del bueno de Cruise veremos a Simon Pegg, Paula Patton, Michael Nyqvist o Josh Holloway. Y no os sorprendáis si hay algo que os recuerdo a Lost, además de la siempre contundente presencia de Sawyer, y es que la partitura es de Michael Giacchino, que también puso música a la maravillosa Up.
En fin que, por segunda vez en el día, cito de nuevo y recomiendo la lectura del artículo de Antonio Muñoz Molina: Volviendo a John Le Carré.