El ciberpunk es un subgénero de la ciencia ficción que nace a finales de los setenta y que aúna varias de las tendencias de la época: escritura postmodernista, ideas del movimiento punk como el "do it yourself", la popularización de las drogas, la creciente influencia de la cultura japonesa y el nacimiento de las grandes corporaciones tecnológicas con capacidad para echar un pulso a los estados.
Casi toda película futurista que se precie tiene elementos ciberpunk, y no pocos taquillazos se abrazan totalmente al subgénero: Blade Runner y Matrix serían dos de los exponentes más claros. En la animación, tendríamos a Ghost in the Shell, y dentro del cine independiente Videodrome, de David Cronenberg - que, por cierto, es mi película preferida -y dentro del cine de culto Tetsuo de Shinya Tsukamoto.
Las décadas de los setenta y ochenta ya pasaron, y el ciberpunk, como todo género que pertenece a una época concreta con unas inquietudes concretas, ha tenido que ir adaptándose para no desaparecer. En algunos casos mezclándose con otros géneros como en Sleeper Dealer, y en otros tirando más por la innovación visual como en A Scanner Darkly.
Quizá lo más interesante del ciberpunk sea que el propio género, intrínsecamente, obligue a aquel que se acerque a él a hacer una reflexión sobre el mundo en el que vive y los peligros que en él acechan, y sobre los límites del ser humano y el precio a pagar por ir más allá.
Ya sé que Origen tiene mucho presupuesto y que a nivel infográfico estaremos ante una auténtica virguería visual. Ya sé que Nolan va a esforzarse por contarnos algo y por hacerlo bien, pero exijo unas reflexiones sesudas y estimlantes que den para un buen debate posterior.
Voy al cine con las expectativas al 200%.