El ego de M. Night Shyamalan se ha desatado en esta película y puede no tener límites. El aspecto más gráfico lo encontramos en el papel que se ha reservado para sí mismo como Mesías salvador de la humanidad a costa de su propio sacrificio y portador del verdadero mensaje. De esto lo que realmente me molesta es que se haya adjudicado esta vez un papel tan largo e importante, que quizá hubiera requerido un actor superior. No es que lo haga mal, pero está muy justito y no se pide tanto como a los demás. Un convincente secundario habría estado más a la altura. El resto del apartado actoral está de bien para arriba. Giamatti, aun con la resaca de los tics de Harvey Pekar, está muy convincente, aunque esta no sea su mejor actuación.
Hablábamos del ego del autor. Un ego dolido por la cada vez más fría acogida de la crítica y que se revuelve alegando que su cine es distinto, que no se le debe juzgar como a cualquier película de género porque él hace otra cosa. En eso tiene razón, y para ello nos regala ese maravilloso personaje perteneciente a esa raza de seres detestables, pretenciosos y borrachos de sí mismos que se hacen llamar críticos. El crítico supone el catalizador esencial del metacine que está presente en casi todo dentro de la película.
Sin su ego habría resultado imposible sacar adelante esta película. Un planteamiento ridículo, una elección de desarrollo incomprensible... bien, así es el amigo Shyamalan, si hiciera las cosas como los demás ¿para qué íbamos a ver sus películas? Tiene los santos cojones de hacer lo que le viene en gana... y hacerlo bien. Se pone en lo difícil y consigue dar sentido a sus personajes cliché haciendo que el hecho de que sean así tenga un sentido en sí mismo dentro de la trama. Y, por supuesto, riéndose de los mecanismos, de SUS mecanismos.
Y cuidado, discrepo de mi compañero Hypnos sobre el supuesto empeoramiento de la dirección. Para mí está brillante, incluso más que en “El bosque” o en “Señales”. Ese comienzo (intro animada aparte) con el primer plano de Giamatti angustiado mirando algo y las personas asustadas al fondo fuera de campo me parece absolutamente impecable, y muy Shyamalaniano, similar al comienzo de mi favorita, “El protegido”. Las apariciones de esos “lobos que quieren acabar con fantasía”, son genialmente tensas, como cuando corre con ella en brazos aterrada. O cuando vemos la silueta al otro lado del cristal semiopaco, esa forma de avisarte antes de asustarte es tan magistral como honesta. Esa gran insistencia en despreciar al personaje que habla si no es el protagonista de la escena, sacándole de plano. Esos riegos tan oportunos. Los planos mortecinos, la calma de su propuesta.
¡Claro que sí! M, sigue con tu ego así de subido y que digan lo que quieran estos críticos pretenciosos que creen saber juzgar una película a veces incluso antes de verla.