A estas alturas se puede asegurar casi sin rubor que el cine argentino es un género en sí mismo. Esta afirmación es tanto o tan poco como decir que existe un genero que se denomina "cine español". ¿Quiere esto decir que cualquier película española pertenece al cine español? En absoluto, no hay que confundir el género con la especie. Pero por cerrar el círculo de esta reflexión sottovoce: una industria crece cuando existe cine de género. España, poco a poco, empieza a tener cine de género y su industria se va fortaleciendo. En Argentina aún no sucede eso y los intentos son tímidos.
De ahí que lo que mejor sabe exportar Argentina son películas interpretadas por Ricardo Darín y por Federico Luppi. Dos auténticos monstruos de la interpretación a la antigua usanza. Es decir, aquella en la que no hay mejor papel que sepan interpretar que el de Luppi o el de Darín. Sólo que, caray, lo bien que lo hacen.
Aquí estamos ante una película escrita y dirigida por Rodrigo Prieto, cuyo anterior trabajo fue Presos del olvido, con la que obtuvo varios premios internacionales en festivales como los de Huelva, Lleida y Los Ángeles.
Pero más que las señas de su director lo que aquí interesa es que la película está interpretada por Federico Luppi y por Norma Leandro (El hijo de la novia). Y con eso tenemos nuestro público ganado. Una historia que se recitará entre líneas, con reminiscencias al cine de Frank Capra, en el que nos dejaremos engatusar por ese deje entre heroico, diletante y melancólico que tan bien sabe transmitir Luppi. Aparte de eso, poco más.