Isabel Coixet dirige por primera vez un guión ajeno en lugar de escribirlo ella misma, lo que sin duda es un punto clave en su carrera. Su cine es tan personal que resulta difícil imaginarse una obra suya no autoral, este es el momento de reivindicar su papel como realizadora "pura". Desde luego, un movimiento arriesgado.
Nicholas Meyer es el encargado de adaptar la novela de Philip Roth. Tándem idéntico al que sirvió para el guión de La mancha humana, que a mi parecer no funcionó nada mal. Aquella tenía un corte novelesco de palabra adornada y ambiente denso, que creo que se adaptará perfectamente al cine de Coixet.
Se ganó los sinceros aplausos de la crítica en la pasada Berlinale. La directora convenció una vez más. Eso sí, no se llevó ningún premio.
Penélope Cruz y Ben Kingsley al frente del reparto. La primera suele ser de mi gusto cuando no se embarca en absurdeces del corte de Bandidas (que lamentablemente es la mayoría de las veces). Kingsley, que también tiene unas cuantas aberraciones en su filmografía reciente, es uno de mis actores favoritos, lo considero capaz de aportar una intensidad increíble a personajes de todo tipo. A las órdenes de la catalana, ambos darán el máximo y emocionarán.
Entre los secundarios vale la pena destacar al veterano Dennis Hopper, un pequeño mito, y al emergente Peter Sarsgard, un gran refuerzo al que hemos visto por ejemplo en Jarhead.
Espero una excelente película, sensible, intensa y muy personal, a la altura de una directora que está firmando algunas de las mejores películas de los últimos años.