Dos son las notas características de esta película: la pretendida independencia y Pierce Brosnan.
Hablaré en primer lugar de la pretendida independencia, que quizá el bueno de Pierce ya está lo suficientemente mascado.
Contemplo de un tiempo a esta parte cómo las producciones independientes, o que así quieren dejarlo claro desde el comienzo, lo demuestran con colores chillones y carátulas a cada cual más hortera. Éste es el caso de esta película, pero también lo podemos contemplar en otros títulos como "Desayuno en Plutón" o "Entre copas" o "Extrañas coincidencias".
Y la conclusión que saco de todo ello es que hay algunos a los que se lo permito, como Neil Jordan, y a otros a los que no.
Richard Shepard es un director prácticamente desconocido para el gran público y para las bases de datos, si bien experimentado, luego, lo siento, pero no se lo permito.
Y espero que la siguiente puerta que abra no sea la de una dirección pretendidamente independiente, al servicio de un guión (escrito por él) ofensivamente independiente.
Confío para abrir esa segunda puerta en el buen tino de Pierce Brosnan, que tampoco es que sea un actor que se le conoce por su buen tino a la hora de elegir papeles ("El gran golpe", "Hasta que la ley nos separe", "Un pueblo llamado Dante's Peak", pero al que sí que le reconozco un gusto por la comedia y el humor ("Mars attacks!" y "Remington Steele"), como buen británico que es. Y esto es simplemente lo que le pido a la película: comicidad. Yo creo que la dará y nos deleitará con más de un golpe gracioso no forzado con cincel y martillo.
Como véis, tampoco es que pida la Luna. Ya veremos.