Este trabajo del 2003 vía TV del señor Ingmar Bergman aparece medio escondido por la poca difusión de su llegada y la cada vez menos necesaria calidad en las pantallas a criterio de taquillistas.
La mirada de un director perdido en el tiempo, grande entre miles, o solo cientos, nos permitirá ver un cine más puro y propio que lo que se suele presentar como cine de autor, y que a su manera, aunque cueste seguir los pasos de unos planos más antiguos, demostrará la calidad de ideas y razonamientos centrandose en personajes y sentimientos como nadie, eso sí, sin la espectacularidad de hoy en día.
Saraband se muestra como un ejercicio de viejo talento aún fuerte en convicciones que seguro nos transportará tras la imagen de Marianne, protagonista, hacia su pena y su drama, sus pesares de una manera elegante, sencilla e inimitable.