La directora (Patty Jenkins) de este drama con toques de acción, tranquilo y con la consigna de narrar el personaje y sus últimos momentos de libertad mitad entre sorprendentes maneras de Charlize y mitad con ritmo decidido, tiene toda la vida por delante para seguir haciendo films de esta calidad humana, calidad de contenidos y calidad de intenciones. Recordar que es una de las pocas mujeres que se atreve o le permiten tirar para delante.
No es fácil transmitir primero esa historia tan desgraciada y "circunstancial" como dice nuestra protagonista y mucho menos con el precedente de tener que plasmar una historia real que supongo no habrá tocado sobre todo en algunas escenas que no tienen demasiada armonía con el resto, ejemplo, en la que pretende conseguir trabajo de abogada, algo poco creible para un personaje tan listo como ella, algo estúpido. Y si en realidad la historia sucedió así puede que Patty no haya sabido transmitirnoslo.
La narración está llena de ritmo adecuado siguiendo los pasos necesarios para ir entrando primero en el universo propio Aileen y luego en el que forman Selby (Christina Ricci) y ella. El personaje de Selby es quizás el menos plausible de los dos, de menos a más y vuelve a caer, los matices del rostro de Ricci no permiten viajar por ese sentir desconcertante sobre todo al final cuando las cosas van realmente mal pero su amor se come la pantalla, la historia y saca las castañas del fuego.
La incesante calidad de los gestos de Charlize, esa transformación realmente dura y bien actuada nos ayuda mucho a alejarnos del pensamiento de película y jugar más con la idea de producción con intención. El bajón del personaje viene dado por una línea algo decidida y rápida en un momento puntual del film en el que la triste Aileen trata de autoconvencerse de que lo que hace está bien, esa búsqueda de víctimas y ese lío de pensamientos creo está un pelín forzado yendo en poca consonancia con el resto del film que corre al final.
De todas maneras, esas maneras, esa sensibilidad para llevar la historia sin exageraciones, sin extremo dramatismo, ese toque de personaje intenso aunque a veces ridículo es tan atrayente que su descenso promoca que al final la recompensa de las casi dos horas sea suficiente aislando las deficiencias de detalles concretos por una historia global que merece la pena. COnsigue estar algo por encima de muchas otras producciones menores con mayor pretensión.