Ya dejaba bien claro en mi precrítica que no esperaba mucho de esta película, o, más bien, esperaba que cometiese errores de principiante, pero lo que me ha demostrado este film es que ha nacido Koldo Serra para el cine español, ¡y qué bien le va a venir!
La película, hecha toda abstracción que tenga que ver con los aspectos más nativos, rezuma inteligencia por sus cuatro costados. Para empezar, Serra ha demostrado su inteligencia al hacerse con actores conocidos y extranjeros, para hacer viable una historia que, interpretada por Carmelo Gómez o Karra Elejalde hubiera dado bastante lástima.
Los actores me parece que están de bien a soberbio. ¡Qué fácil lo hace Gary Oldman! Apenas tuvo dos semanas para aprenderse las frases en castellan ¡de memoria! y es capaz de transmitir sin dominar la lengua. Virginie Ledoyen y Aitana Sánchez Gijón están en su justa medida, donde deben estar. Y Lluis Omar, está imperial, con especial mención a Paddy Considine, ese que describen en la película como el de cara de lelo ¡qué guasa! y que es quien mejor transmite el mensaje (si es que se puede llamar así) de la película.
Continuando con la inteligencia: el mayor problema de las primeras películas es el afán por contar demasiadas cosas. Serra y Sagalá parece que han tomado buena nota y han construido un guión sin muchas pretensiones, manejable, y al que han ido aplicando una tensión con una construcción milimétrica que sólo merece mi aplauso.
Un ejemplo que me ha encantado. La cajetilla de tabaco. Cuando Oldman grita a Considine para que le ayude con la niña, éste tira la cajetilla de tabaco al suelo. y cuando se van, hay un plano general en el que no se ve (gracias a Dios), después llega el momento de la conversación Omar-Oldman en el que le ofrece un cigarrillo y le dice que sólo se fuma esa marca por aquí, para minutos después, sacar a relucir la cajetilla de tabaco que se dejaron en su huida con la niña. Sencillo. Impecable.
Otro de los momentos de guión que más me ha gustado es cuando Oldman decide ir con Omar y los suyos a buscar a la niña. Sencillo. Efectivo.
Por no hablar de la gran riqueza psicológica de todos los personajes, con especial atención en la relación Considine-Ledoyen.
Los efectos de un súbito estallido de violencia. Pues sí, desde luego que no es un tema nuevo, desde luego que hay mucho de Peckinpah, de Boorman, incluso se asemeja por azar con Cronenberg. Ellos mismos lo admiten.
Si nos ponemos a enumerar a qué se parecen las películas de Amenabar, igual tenemos para varios días de foro.
Lo importante, y con lo que me quedo, es con la demostración de talento que hay tras esta película, que, claro está, no es redonda, ni ninguna obra maestra, pero es que estamos ante una ópera prima de un animal de cine, de un enfermo del cine que tiene cosas que aportarnos. El ciñe español gana mucho con su nacimiento, y con su manera de manejar las escenas de acción. Algo muy poco común en nuestros lares.
Una última cosa. Hay que tener muchos huevos para traerte a Oldman y matarlo cuando aún resta media hora de película.
Por lo anterior y esto, se lleva mi humilde cielo estrellado. Buena suerte, Koldo.