Una nueva película de M. Night Shyamalan siempre la acojo como un acontecimiento cinéfilo desde aquel relámpago en la oscuridad que fue El sexto sentido. Desde entonces he visto todos y cada uno de sus films, algunos gustándome más como El protegido (su mejor obra y la mejor película jamás rodada sobre superhéroes), La joven del agua o El incidente; otros gustándome menos como Señales y El bosque.
Siempre que hago una pre o una post sobre Shyamalan saco a colación la misma comparación con Hitchcock, por su idéntico gusto por la planificación, por el barroquismo de su puesta en escena y por la serenidad de su mirada.
El problema que le encuentro a esta película es que todo esto que estoy comentando sobra, por el radical cambio de registro de Shyamalan, con una aventura fantástica basada en un manga de nombre Avatar y que nos va a ofrecer grandes dosis de artes marciales y una aventura a medio camino entre los niños y los adolescentes.
¿Qué pinta Shyamalan aquí? Creo que más bien poco. Y eso es lo que lastra mis ilusiones para con la película. Para quien no conozca a Shyamalana y acudan al cine pensando en ver una película convencional puede que se lleven el gran sopapo al ver una historia convencional a través de la mirada tan poco convencional de Shyamalan.
¿Será capaz de sorprendernos a los que le conocemos? No apuesto demasiado a que sí.