El curioso caso de Benjamin Button se construye sobre un capricho de fantasía, a partir del relato corto de F. Scott Fitzgerald publicado en 1921, una de esas ideas disparatadas de sobre la que construir todo un desarrollo no fantástico. La película parece cortada a la medida de Brad Pitt. El actor ya ha hecho algún pinito en este tipo de subgénero a medio camino entre el fantástico y el drama. La irregular, aunque a momentos interesante y sobretodo larguísima, Conoces a Joe Black era un ejemplo similar. Partir de una idea sencilla, tanto que la sinopsis se puede resumir fácilmente en una sola frase, una idea absurda, imposible, y a partir de ahí construir un drama serio, alejado del fantástico aunque con cierto toque de fábula. El mayor problema de este tipo de historias es conseguir que el espectador acepte la premisa.
Uno no puede disfrutar de Superman si no es capaz de aceptar que este pueda volar, pero es mucho más difícil llevar al público a esta aceptación cuando lo enfrentas a un drama y no al cine de aventuras. Sin duda, un proyecto complejo que puede desembocar tristemente en un cuentecito, en una fábula tonta que no aporte demasiado.
Afortunadamente, los proyectos complejos son del agrado de este director, David Fincher, como ya demostró con sus juegos de género en Zodiac. El punto en contra puede venir de las desavenencias del director con la Paramount, sobre los posibles recortes, y en definitiva, acerca del control sobre el producto final. Sin duda, cuanto mayor peso haya tenido Fincher en las decisiones, mejor. Espero de él también un cierto derroche técnico, la magia implícita que necesita la historia. Creo que en ese sentido no defraudará. Habrá que ver de qué es capaz el director de fotografía, Claudio Miranda, un tipo que hasta ahora había trabajado con Fincher en una categoría más técnica y que ahora, por primera vez toma las riendas de la fotografía. Estaremos atentos a un apartado tan esencial en este caso. De momento la nominación al Oscar ya la ha conseguido, y es que los premios de la academia podrían estar dispuestos a hacer de esta la película del año. Está nominada en 13 categorías nada menos, incluyendo la de Brad Pitt, que empieza a necesitar una estatuilla tanto como su dosis de Botox. Sin duda el actor hará un buen trabajo, como siempre, aunque posiblemente no será brillante.
Mi mayor reparo está en el guión. Nos encontramos con el solvente Eric Roth, que ya ganó el Oscar por la adaptación de Forrest Gump y que ha sido nominado en varias ocasiones después, incluyendo esta. Lo que más me puede preocupar es su tendencia a la convencionalidad. Puede ser el punto que le niegue la excelencia al film. Junto con él, otro nombre de mucho menos confianza, Robin Swicord (nuera de Elia Kazan, para quien guste de chismorreos), que es culpable de títulos como Memorias de una Geisha y Prácticamente magia. Me preocupa mucho más el primer título, pues sí pretendía ser una buena película y, desde luego, no lo conseguía. Todo esto partiendo de un material de hace ya casi cien años (y muy de la época) que, para colmo, no era más que un relato corto.
En cualquier caso, una buena opción y una cita obligada, que seguramente no llegará al punto de calidad que le está faltando a las supuestas película del año.