Camila, ese personaje misterioso y lejano que atormenta al niño ilusionado, es la clave para hacer de la película algo más que planos interminables de Collin. Historia teñida de melancolía desde el primer momento, con aires de pensamiento juvenil y de esperanzas en un futuro poco viable en aquella américa, se tercia mucho más interesante cuando la pobre existencia deja de ser un juego de centavos en pantalla, a pesar de ser éste un talento que hace de su relación algo que no olvidarán.
Con la tranquilidad de quien cuenta una historia trágica pero bonita, los retazos finales, envueltos enlos últimos 50 minutos pertenecen a una especie de poesía sencilla pero de siempre que en el público puede causar real interés. A caballo de la esencia del ser humano, años más tarde que los citados en la película, se repiten los anhelos, las pasiones, y demuestra que aquellos sentimientos, son en otro color más o menos los de ahora. Por esto es, en sí misma, una historia de siempre, sin las alabanzas de una gran producción.