Million Dollar Baby es una película distinta a todas y también distinta a las anteriores direcciones de Eastwood, no tanto por la cámara y las sombras, sino por la temática y la línea evolutiva en un período de tiempo tan extenso a resumir en el desarrollo de la historia. Es por esto que se quedan en mi unos regustos que no son por la mala acción al respecto en el film sino en lo que no esperaba en cuanto a una historia para un director de posos melancólicos y dureza de los personajes condenados a aceptar con resignación y orgullo el devenir, no esperaba esa en ocasiones ligereza y sencillez en la muestra de la evolución pugilística a una vez llena de detalles para luego detenerse de esa manera tan necesaria y contundente. El no esperarlo no significa que lo desapruebe, al fin y al cabo no se deja llevar por las hazañas del boxeo y da igualdad de oportunidades a los sentimientos de dos corazones bien parecidos que a los puños.
Las sombras que rodean la conciencia de Franky en forma de Morgan Freeman es el elemento de enlace con un discurso sombrío y lejano de un tipo que ya sabe demasiado, que afronta y punto, que demuestra ser tan grande como para acabar haciendo lo que hace. La luchadora que no necesita nada más, la cabaña sin sentido, un futuro triste y el dolor de dos hijas perdidas. La profundidad grosera y certera de los personajes unida al espectáculo de los puñetazos retazan en esta ocasión una película completa y plena, que no es enorme porque cuanta lo justo para no ofender, cuanto lo justo para entender los porques de dos personas y una vida.
Como en casos similares, sobra la iglesia, pero esto es una apreciación particular, no es digna de los personaje. La película muy sincera.