Hoy por hoy, no se puede esperar del espectador que espere pacientemente durante la primera media hora de película mientras se van presentando los personajes y las situaciones, ahora somos más exigentes, o quizá simplemente más impacientes. A la película le cuesta un poco empezar y eso no es lo peor, lo peor es que hay además algunos momentos de considerable falta de ritmo dispersos por momentos más avanzados de la película. Pondré como ejemplo la escena en la que Briony cuida del soldado francés, que se me antoja larga y absolutamente sobrante.
Después de ponerme en lo peor puedo decir que esta película me ha gustado. Seguramente ayuda su final inusual, no sólo por el excepcional giro iniciado con ese atípico salto temporal, sino en general la renuncia a cualquier rocambolesca resolución habitual en este tipo de películas. El final es, al fin y al cabo, simple y directo, sin complicaciones, por mucho giro que haya. También es algo inusual el estilo narrativo, al menos en cuanto a tiempos e importancia. Claro que también me queda cierta sensación de que no nos han contado nada, toda la primera parte en la mansión no deja de ser un preludio, quizá donde se encuentra el contenido más interesante. La segunda parte no termina de entrar en nada demasiado a fondo, ni siquiera en el que debiera ser el núcleo de la narración, la expiación. Por tanto, un guión algo tibio e irregular.
Otro tema es la estupenda dirección de Joe Wright, que más allá de despliegues fascinantes como el del plano secuencia de presentación de la playa, desborda calidad y eficacia en cada plano, consiguiendo una factura impecable. Mima a sus personajes, con tomas increíblemente cercanas, como en la biblioteca, donde la cámara parece un tercer amante. Encuadres bellísimos como la espera del regreso del acusado. En general una esforzada e imaginativa dirección que no recurre a florituras exageradas para mostrar su talento.
También es cierto que es más fácil conseguir un bello encuadre cuando Keira Knightley está dentro de él. La actriz está estupenda, ya no sólo por lo elegante que aparece con los vestidos de época sino porque su interpretación está muy bien. Otro tanto se puede decir de James McAvoy, un actor sin duda en alza que nos transmite con precisión las dificultades del personaje.
La fotografía de Seamus McGarvey, lograda, contrasta con la banda sonora de Dario Marianelli, que a mi entender falla un poco por simple y repetitiva, a excepción de la inclusión de golpes de tecla de máquina de escribir.
Una buena película que podría haber sido mucho más redonda con un guión más afinado.