Crítica de la película Sin Nombre por William Munny

Esta película tiene de todo, y lo digo de verdad, y no lo digo de manera despectiva, sino todo lo contrario. La mezcolanza producida por Gael García Bernal (Los límites del control) y Diego Luna (El búfalo de la noche), en manos de un director poco experimentado pero con talento, posee los contenidos primarios, el sabor latinoamericano, el toque espectáculo del cine comercial pero sentimental, y una distribución costosa pero que le ha hecho llegar lejos. Sundance le premió con el premio a la mejor realización y a la mejor cinematografía.

Si la pasión, el miedo, la supervivencia, la violencia actúan de forma coordinada en medio de la inmigración y teniendo encima en cuenta al espectador, ese espectador universal que necesita un poco de alivio en las trazas de una película para poderla digerir bien, entonces triunfas como este film duro, tierno, vibrante y poco local. Porque aunque se sitúa en un mundo hispano no se recrea en él ni con el lenguaje ni con las posturas, ni siquiera con el esterotipo, y de existir existe, parece que lo utiliza y no por tanto, es la única base del guión.

Una historia de siempre, esta vez recogida con soberanía por los hermanos pequeños del cine en el continente americano, que no ceden la película a Europa después de haberla metido con ahinco en Estados Unidos. Nos llega rebenida pues por el marketing liberador, pero no es problema, suerte de nosotros, el tema es porque teniendo el mismo idioma no hemos sido capaces de seducirlos antes. Que los productores tienen contactos está claro, pero que tendríamos que ser nosotros también está también claro.

En definitiva, un film lleno, con un poco de todo bien removido y colocado, al servicio de un público que sabe distinguir de sobra lo bueno de lo malo, lo superficial de lo sentido de verdad. Un film para golpear en las costillas de nuestro cinéfilo vivir y en las de la gran industria ahora más que nunca loca por encontrar guiones.

PD: Al loro con la banda sonora