La esperada película de Fernando Trueba ha sido lo que se esperaba. Un film tranquilo, romántico, con la intención de derrochar esencia poética. Sin quedarse demasiado pequeña pero sin crecer nada. Como si se conformara con terminarla. Aunque se nota que ha mimado este proyecto. No me equivoqué al decir que Trueba siempre sería Trueba. Aceptada por el público o no, ha ofrecido minutos de carcajadas, momentos dulces y llenos de emoción. Lo que el público pedía. Porque quien esperaba más estaba equivocado.
Entre las notas negativas destaco lo excesivamente larga que se hace y los altibajos que sufre continuamente. Realmente, disfrutamos de Darín y de su conflicto. En líneas generales una obra menor con buenos detalles de director en algunas ocasiones.
La columna vertebral del largometraje la forman los tres personajes que mantienen el transcurso del tiempo, de los acontecimientos, que tienen mucho que ver entre ellos, que representan y deseean lo mismo. Su conexión nos permite mantener la atención. Cuando uno empieza a oxidarse cede e testigo al otro y así sucesivamente. Aunque si funciona alguien de verdad es Darín, que lo hace como un viejo bólido. Un motor en muy buen estado. Con impaciencia de verle en El secreto de sus ojos. Ayala sobreactuando, el papel que le tocaba, haciendo de gracioso. Aún tiene más que ofrecer,estoy seguro. La presentación de Miranda Bodenhofer es asombrosa. El encuentro con Ayala y su primer baile y el comienzo de la lluvia con Ayala diciendo " esto es mi vida, no tengo nada, te tengo a ti y el estómago lleno". Muy bonito. Ahí, en ese principio, es donde quizás Trueba se desvincula de una película más seria y ofrece una versión más teatrera salvada por Darín.
Muy conformista.