Destruir para construir. Esta podría ser el lema comercial de este film, si no contuviera esa diversidad de matices, esa profundidad velada bajo lo ordinario, que hace imposible limitar a una frase lo apabullante de la historia. El dramatismo extremo del argumento, que sin embargo no busca la condolencia, es absorbente, conmovedor y tierno, sin caer en paroxismos melodramáticos baratos. Y el romanticismo, intrínseco en el argumento pero sin un protagonismo absoluto, se desarrolla de un modo natural y bello.
Contundencia no le falta en los momentos en los que encadena a una Marion Cotillard exhortando a su novio que ya no acatara sus órdenes y a la orca después dejando de hacerlo a su vez con ella, desencadenando el accidente que cambiará su vida. La sutilidad de la luz en la cara de ella, huyéndola primero, abrazándola después una vez que decide intentar salir del agujero. Matthias Schoenaerts sin embargo, representa la simplicidad de la vida, la naturalidad para afrontar los sucesos, hasta que los hechos los sitúan en el extremo que harán saltar sus resortes. Los dos nos dejan unas interpretaciones rasgadas y conmovedoras, absolutamente brillantes.
La película acumula fuertes emociones que hacen estremecer al espectador. El desasosiego de la escena del hielo y el derrumbamiento de Schoenaerts por teléfono en la parte final, acaban por grabarte a fuego la cinta en la mente, que reverbera en la cabeza horas después. El discurso en off final, es todo un canto que clama que el amor, sea de la clase que sea, sin sufrimiento, no tiene sentido.
Pero lo mejor que muestra Audiard, es la crueldad de la vida sin ensañarse, es la belleza de las pequeñas cosas, es cómo acerca la sangre hasta casi salpicarte, es cómo descubre y esconde los sentimientos con su cámara, es cómo logra emocionar al espectador a base de fuertes impactos y desarmarlo con pequeños detalles. Es en definitiva cómo logra sobrecogernos con lo desagradable, como bien había mostrado hasta ahora con sus anteriores títulos, pero como también es capaz de conmover y emocionar con una historia trágica.