Comentaba en la precrítica que la
película bebería de Perseguido y Battle
Royale. De hecho, hice el experimento -que recomiendo- de ver las
tres películas seguidas. Decididamente, encontramos repetidos muchos
de los elementos de Perseguido (el programa de televisión
exuberante, la elección de participantes como escarmiento, la
participación de la protagonista como protección... hasta los
cilindros de acceso al juego) y de Battle Royale (lucha a muerte entre
jóvenes, los problemas de confianza y de alianzas que esto genera,
el amor adolescente dentro del juego... hasta la lista de nombres que
periódicamente se va comunicando).
Las fuentes son innegables, sí, pero
decir que Los juegos del hambre es una mezcla de ambas es como
decir que Harry Potter (I) es una mezcla entre El señor de
los anillos y El secreto de la pirámide, que sí, que lo
es, pero hay otras fuentes bien identificables que matizan el
producto. Es fácil pensar en Crepúsculo, por ese tono de
romanticismo para chicas, que aunque consiga hacer reventar la
taquilla, lo cierto es que lastra el ritmo de la película que se
vuelve ñoña y un poco cargante (especialmente con el personaje de
Peeta). Esto le da al juego un tono de drama serio que se toma
demasiado en serio a sí mismo y pierde fuelle.
Otro elemento importante tenemos que
buscarlo en la televisión: cualquier reality concurso de fama
juvenil, sea American Idol (OT para los de aquí), algún
engendro de la MTV o cualquier serie de Disney Channel; los chavales de hoy en día están obsesionados con la fama y con ser una estrella del espectáculo. Da más tensión salir a hablar al escenario, y responder a preguntas en
plan Miss, que enfrentarse a un animal rabioso. Aunque resulta
interesante como reproduce los mecanismos de vender un ídolo
juvenil. Lo importante de ganarse al público, aquello que ya sabía
el Hispano en Gladiator.
La misma Harry Potter es otra
referencia clara. La manera de ir explicando los elementos concretos
del juego, con sus casas / distritos, etc. ¿Nadie más ha pensado en
El caliz de fuego? Esta película es un refrito de referencias
clarísimas, sí, como ya lo fue la saga del joven mago. Es la ventaja de
escribir para adolescentes, que aún han visto poco cine y leído pocos libros. Pero tampoco considero que sea algo malo en sí mismo, estoy
a favor del remix. La diferencia es que Rowling utiliza elementos
mucho más heterogéneos que constituyen un contraste sorprendente.
Aquí todo es más obvio, toda una lección de como crear un producto
de éxito.
Hablemos de ciencia ficción. Se elige
una estética de ciencia ficción de los 30 - 40 (el vestuario de los
distritos pobres, el micrófono de esa época...), en un tono muy
cercano a una distopía orwelliana. El look extravagante de los
personajes de la gran ciudad, tan ingenuo como el que se podía
pintar en la edad de oro de la ciencia ficción. La decisión de
aplicar esta estética es algo fácil, si se quiere cobarde, pues la
aportación propia es nula, pero también es un válido homenaje
ejecutado con correción, entre Orwell y Huxley. Igual de ingenuo es
nombrar a los personajes con nombres de la antigua Roma, en
referencia clara a los inventores del show mortal por experiencia, y
también, por qué no decirlo, para buscar un poso pretendidamente
culto.
Hasta aquí todo se mueve en términos
de aceptable y correcto. Lo peor, es la falta de talento de Gary
Ross, su director. Hay una tendencia creciente en este tipo de
sagas comerciales (Batman, Bond, Potter) a vestirlas de una dirección
adulta, compleja, estilizada, que compensa el carácter inicialmente
lúdico de estas producciones, alejándose de derroches visuales
circenses. En concreto, diría que Ross se inspira, o al menos tiene
en cuenta, el trabajo de David Yates para las últimas Potter. La
gran diferencia es que Yates ha demostrado una gran pericia y Ross se
muestra perdido, sin ideas. Para tapar su incompetencia se dedica a
temblar con la cámara de un lado a otro, en planos de corta duración
y, lo peor, a jugar obsesivamente con el enfoque, sin que apenas
podamos ver nada claro a la primera. El colmo llega con la pelea
final, donde apenas se aprecia nada. Hacía falta aquí un director
con energía, imaginación y maestría. Shyamalan, por ejemplo,
habría hecho un buen trabajo (ojalá se hubiera pasado aquí al cine
comercial y no con el rollete ese de los cuatro elementos).
En definitiva, una película
entretenida, aunque se dilata un poco por las concesiones a las
adolescentes; un correcto remix de otros productos ya conocidos, que
tiene como peor punto de apoyo el gris trabajo de su director. Absolutamente nada nuevo, pero no funciona mal del todo.