Se presenta en la sección oficial del
festival de San Sebastián la última película del director chino
Wang Xiaoshuai. Una elección necesaria, teniendo en cuenta
que este año tenemos una sección entera dedicada al cine chino
reciente. Xiaoshuai realiza películas que muchas veces se encuentran
fuera de lo permitido en su país, de hecho, su película más
conocida, La bicicleta de Pekín ha estado censurada durante
mucho tiempo. El director pertenece por tanto a la sexta generación,
un grupo de directores empeñados en mostrar los problemas sociales
de su país, a pesar de la censura, trabajando con presupuestos,
tiempo y recursos muy limitados, a causa de las presiones de su
gobierno.
En esta ocasión, la película se
centra en un niño y con algunas peripecias en el bosque, que parecen
sacadas de Grandes esperanzas de Dickens. Una excusa no sólo
para plantear un desarrollo sino posiblemente para abordar alguna
cuestión social, seguramente realacionada con las diferencias de
clases en el país.
Seguramente algo densa y poco
complaciente con el espectador, compensará su aspereza con un
transfondo interesante. Y, por supuesto, tendrá el mérito de seguir
haciendo cine combativo en China tal y como están las cosas, que no es poco.