A pesar de encontrarme cómodo con las intenciones del film después de un comienzo bastante feo y poco socorrido, las constantes vitales de mis pensamientos no se han encontrado alegres.
El ritmo endiablado para una película de vida de barrio, es correcto, hasta estimula, pero no deja de ser un apoyo crucial para ese aire de alegría perfecta de vida, de todo, como si los males de la madre, disimulados cuando no está el hijo pertenecieran a una obligación más que a una condena.
Los acontecimientos marchan poco a poco hacia una tristeza que acude demasiado de golpe, como demasiado fácil y con una resolución inmediata sin casi pena ni luto, y todo mediado por un personaje que no quiere ser profundo pudiendo serlo incluso en la libertad de una ventana, me refiero a la presa.
Por último, ese cumplimiento de guión de hombre con ganas de cerrar círculos, propio de novatos y nóveles, muestra un final malo, poco creíble, con unas conversaciones lejos del nivel aceptable del resto del film.