Esta película ganaría mucho si fuera nórdica, sería más intensa, más ruda. Lo cierto es que considero que es una película estimable, con buenos momentos y con unos diálogos que tienen sustancia. Sobretodo con unos intérpretes de lujo. Pero también es verdad que se queda corta en muchos aspectos y ofrece una imagen de cierta precariedad.
Unos pocos personajes en una granja, cenando, hablando… una reducción de las localizaciones a un entorno casi teatral que debería haber sido suplida por una intensidad mucho mayor. Y no.
Tenemos una historia no demasiado original, una dirección muy pobre, justita sin el más mínimo atisbo de imaginación. Los resultados no son demasiado contundentes, y para compensar tampoco se observa unos detalles sutiles. Simplemente es una historia sencilla, interesante, con unos personajes aceptablemente ricos, pero no todo lo especiales que requiere una localización tan cerrada.
Me interesa, en especial, el personaje del marido, interpretado con mucha precisión por Christopher Plummer, quizá el actor que más me ha gustado, posiblemente por tener el personaje más rico. Un interior ambiguo, con una lucha interna dura y complicada.
El resto de los personajes me parecen más planos, quizá entre ellos el más interesante es el de Susan Sarandon. Los otros dos se salvan especialmente por las buenas interpretaciones de Gabriel Byrne y Max Von Sydow.
Una película amable, con un cierre acertadamente suave y que no creo que pase precisamente a la historia. La enésima película sobre la terrible huella del holocausto judío. Y yo me pregunto, ¿Qué pasa con el resto de los genocidios de la historia? ¿Es que no son tan cinematográficos?
En cualquier caso, no ha sido un tiempo perdido.