Hace muy poquito hablaba de I love Miami y de la idea original sobre un personaje político tan famoso. Hablaba muy negativamente, por cierto, siempre desde el prejuicio, claro está. Ahora se me plantea una situación que cuando menos podemos calificar de equivalente y, sin embargo, le doy mi voto de confianza. Así de inconsecuente soy yo.
Pero es que veo diferencias notables. Naturalmente el tono y la realidad son completamente distintos, pero además hay otros puntos que las separan. Donde en la otra veía chanza fácil y relleno innecesario aquí veo intensas conversaciones tú a tú, con personajes trabajados y calma, todo el tiempo del mundo, para escuchar.
Es cierto que esto se pone muy difícil cuando el actor encargado de llevar la mitad del peso de la película es Joseph Fiennes. Ya le hemos podido ver hace poco dando pena en El mercader de Venecia o en Lutero. Es un actor pésimo y sorprendentemente está vez ha tenido buenas críticas. Fiennes y Dennis Haysbert fueron elogiados en el pasado festival de Berlín. La película en general tuvo una buena acogida aunque el único premio que pudo llevarse fue el Peace Film Award que la verdad es que no me interesa demasiado. Es muy posible que gran parte de la buena acogida se deba a cuestiones más extracinematográficas que resultan muy políticamente correctas cuando son proyectadas en festivales.
Completa el reparto la bella actriz alemana Diane Kruger, a quien pudimos ver en una de las mejores películas del pasado Zinemaldi, Copying Beethoven. Allí demostró que podía ser más que una cara bonita y tenía un papel eclipsado a la sombra de una gran personalidad (me refiero a Beethoven y no a Ed Harris, que también) que podría repetirse en esta ocasión.
Sin duda todas las miradas estarán puestas en Haysbert, que es quien se encarga del personaje famoso. Su templanza y entereza a la hora de interpretar a todo un icono serán cruciales para que la película no fracase. De momento las críticas son positivas. De sus anteriores trabajos, como pueden ser Jarhead o la infumable Lejos del cielo, se puede extraer una imagen de actor sobrio y eficaz que serán útiles para dar un retrato serio aunque seguramente nada brillante.
Hablando de sobriedad, el director es Bille August, conocido por películas interesantes como La casa de los espíritus o Smila: misterio en la nieve. Un director capaz de aportar el ambiente que necesita una película en la que deberá dejar hacer a sus actores.
La pega aquí es el encargado de adaptar el libro de Bob Graham y James Gregory, el guionista y más habitualmente actor Greg Latter. No tiene un currículum nada interesante, es sin duda el punto más débil del equipo.
En definitiva, una película pequeña, de palabras y silencios con pocos actores y mucho que decir aunque seguramente poco que contar.