La caja de Pandora se llama esta película, pero no parece haber ningún desencadenante especialmente brusco, como cabía esperar. La película viene a ser el típico tratamiento de los problemas familiares, con tres hermanos dispares que no terminan de llevarse bien y que tienen sus propios problemas. Hay algunos secretos de familia pero no llegan a tener ningún efecto destacable sobre el transcurso de la película.
No son tampoco los diálogos -elemento esencial en este tipo de películas de problemas interiores- especialmente ingeniosos, naturales ni interesantes. No destacan por ninguna razón, ni siquiera negativamente. Son simplemente correctos.
Al igual que las interpretaciones, que no destacan, exceptuando, eso sí, a la anciana que es, sin duda, el alma de la película y, posiblemente, el único elemento que le da una personalidad propia al film.
El ritmo es poco llevadero y el argumento se mueve algo a la deriva, aunque eso sí, siempre hacia delante. Algunos momentos son entrañables, especialmente en la historia de nieto y abuela, pero uno siente que el resto de las subtramas están más bien de sobra.
Una película flojita, demasiado larga, que se lleva el aprobado muy justito por no haber metido la pata demasiado y por arrebatar alguna sonrisa entrañable. Eso sí, la hemos visto ya demasiadas veces.