Lo que ha conseguido la película es una imagen muy calcada a la sociedad americana normal y corriente de aquella época del 68, eso sí con una elevada necesidad de elevar a los altares al político, con los rasgos profundamente marcados del tiempo, la ansiedad por la búsqueda de otros tiempos menos oscuros, y el avance hacia la sociedad moderna con el ímpetu de la juventud de espíritu.
El excelente trabajo desde la dirección haciendo el film dinámico, demoledor en ocasiones y descriptor de los diversos mundos con meros detalles de calidad, de cámara complaciente con ambos lados de la pantalla, consigue un producto lleno, que se desborda a veces de tanto mostrar, y que embellece al ser humano a cada paso de los minutos con una técnica sin despistes del cotidiano paseo de personajes.
Con la elegante capacidad de no destacar demasiado a ninguno de ellos, pisándolos por sus defectos y alzándolos por sus anhelos, el film logra mostrar a cada instante el espíritu del hotel y de sus gentes, en un momento histórico, dando testimonio de lo importante de los acontecimientos y lo renovado del mensaje del asesinado que no se pierde en las mentes de todos los allí asistentes.
Una película francamente política, pero sin desbordar a ningún posicionamiento contrario, con énfasis adecuado salvo en el final demasiado laureado, que propone una muestra risueña de las gentes que agradecerán los espectadores del film dolidos por aquella época y que sueñan con ella por llegar.