Por alguna razón, Gus Van Sant ha dejado el guión en manos de un novato, Jason Lew, y los
efectos son muy visibles en un texto con la energía y la torpeza de
un primer trabajo. La película no puede arrancar peor, con el
clásico esquema de dos personajes y los encuentros que van
sucediéndose aleatoriamente en diferentes escenarios. Con una
premisa que recuerda demasiado a El club de la lucha, y unas
maneras indies que caen en lo estándar: personajes estrambóticos
con actitudes disparatadas y el muy habitual coqueteo con la muerte y
el suicidio en clave de comedia negra light. Para colmo, los recursos
de presentación de personajes son, en ocasiones, insultantes por su
obviedad: "Ella: - La gente viene con colores alegres a los
funerales. Él: - Yo no tengo colores alegres". Por no hablar del
concepto de golepar con un mazo la tumba de sus padres. Con un mazo
nos está golpeando el guionista a los espectadores.
Afortunadamente, algunas elipsis
acertadísimas y la mano suave pero firme del director, hacen crecer
el film, escapando un poco del tópico y aportando mucho en el
apartado puramente estético. El perfil de la tiza puede ser ridículo
sobre el papel, pero en imágenes adquiere una magia especial por su
forma, y un detalle de realismo en su imperfección que mantienen la
mirada fija a la pantalla. Correr por un bosque a oscuras puede ser
una escena algo tonta, pero cuando se juega con el sonido de la
hierba y con la luz de esa manera, todo lo demás no importa. La
fotografía de Harris Savides, edulcorada como la historia, y
bastante más sutil que el guión, es otro de los puntos fuertes que
van Sant sabe hacer suyos.
Hay que darle un par de puntos
positivos al guión de Lew. La historia evoluciona constantemente sin
llegar a aburrir más que en algún momento puntual. La escena del
teatrillo de la muerte que no sólo juega con unas emociones
implícitas terribles sino que es un ingenioso elemento
autoreferencial. En cualquier caso, soy incapaz de entrar en una
historia romántica, incluso diría que incapaz de detectarla, dentro
de lo que considero una historia de artificiosos jóvenes indies que
hacen "cositas indies". El amor... no termino de encontrarlo
entre las cómicas excentricidades, quizá necesite para ello la
existencia de personajes de verdad.