Supongo que al igual que el personaje de George Clooney, debería salir a correr de alegría después de una película como esta, afable, divertida, aunque a veces exagerada al respecto de Brad Pitt pero admisible, y crítica como siempre a su estilo. Los eternos debates de estos directores entorno al poder encubierto, a los engaños sociales y a las obsesiones, esta vez de manos de una mujer como protagonista, no sorprenden pero tampoco cansan, encima en busca de la risa no fácil pero sí provocada, de manos de personajes de siempre, más modernos que nunca, para que entren por los ojos bien abiertos de un público deseoso de arquetipos y más de esta manera.
El todos se acuestan con todos es absolutamente decente en este film que repite gags, como por ejemplo el del detective apalizado por su presa, y estimula las neuronas de todos cuantos estamos sentados en la butaca contando errores que no terminan de llegar. En los típicos films de risa sencilla acaba todo por desmoronarse por irreal, aquí lo irreal es una rebuscada manera de seguir haciendo gracia, no una casualidad total. Si algo le da sentido a la película es la silueta de personaje de poder que acaba por divagar sobre lo que sucede sin tener sentido. Es la declaración de intenciones del los directores, grandes, divirtámonos mientras hacemos caricatura de nuestra América más profunda o más moderna, interesantes por igual.
Y así, sin dejar demasiada tregua, y no siendo una sonrisa de carcajada pero sí consistente, el film sigue los derroteros de explotar los personajes dispares mientras se anudan a sí mismos en una lenta pero agónica decisión de vida cada vez más traumática en busca de obsesiones humanas. Lo de siempre en los Coen pero más acelerado. Un capricho en tiempo perdido que se han dado y elegantemente rodada, porque saben ser serios y saben ser no serios, pero han demostrado que sin ser lo mejor suyo saben ser graciosos y sino que los demás se pongan en comparación.
Especial mención a los actores de siempre que han funcionado muy bien, y se agradece verles de estas maneras, como dice aquel, George Clooney por su puesto, de neurótico al que en las interpretaciones salva la sonrisa, a John Malkovich hilarante desde su pose de tipo sin más que vivir entre cámaras, a Brad Pitt distinto y sigular siempre ganándose el cariño del público, al resto también pero menos debido a la escasez de papel, pero sobre todo a Frances McDormand, llena, pletórica y nunca mejor dicho, dando rienda suelta a lo que los hermanos siempre encontraron en ella, una actriz dual que puede funcionar en roles de hombre a la perfección, como en este caso.
Y siempre tiene que acabar muerto el más bueno de todos.