Nos encontramos ante una película basade en hechos reales sobre una historia que tuvo su repercusión en 1986 y que tiene como telón de fondo Irán y la lapidación. Son ingredientes con los que uno se puede hacer una composición de lugar bastante acertada de lo que se puede encontrar.
Salvando mucho las distancias, en estos días en los que vemos las repercusiones que está teniendo la concesión del Nobel de la Paz a Liu Xiabo la película puede resultar pertinente, sobre todo por lo que se refiere a la función que el periodismo puede tener en la comunidad internacional y en su capacidad para generar la presión necesaria para cambiar las cosas. Es un debate interesante, aunque creo que este interés quedará totalmente excluido de la película, que se centrará más en un dramatismo un tanto exagerado y un intento por epatar con el objetivo siempre final del lacrimal.
La película está protagonizada por Jim Caviezel, un actor que apuntaba maneras pero que desde La pasión de Cristo está viendo su carrera lastrada; y por Shohreh Aghdashloo, actriz iraní, nominada al Óscar por Casa de arena y niebla y que también hemos visto en Natividad o en X-Men 3: la decisión final. El director del film es Cyrus Nowrasteh que, como quien dice, tiene su primera ópera prima, aunque antes hizo una tv movie de cierto interés: El día que Ronald Reagan fue tiroteado. Una muestra de que el toque documental estará presente, aunque más que documental, me refiero a periodístico.
No creo que Nowarsteh tenga la habilidad de Winterbottom para manejar el ritmo. Veremos.