Crítica de la película Slumdog Millionaire por Romulo

Cuentecito de la India


3/5
22/02/2009

Crítica de Slumdog Millionaire
por Romulo



Carátula de la película Ocurre ante algunas películas que, para degustarlas o al menos no sufrirlas, uno debe aceptar ciertas premisas. Que un hombre vuele, si uno va a ver Superman. En Slumdog millonaire la cosa está clara: este chico se va a llevar el premio gordo a base de tener idéntica fortuna con cada pregunta: le remite a algún episodio de su vida en que el elemento de la pregunta tuvo cierta relevancia, lo que le hace conocer la respuesta.

Debemos aceptar esto, porque está claro desde el minuto 5 que toda la película caminará por esos derroteros. Pero una cosa no quita la otra: Que uno acepte que Superman va a volar cuando le apetezca no implica que luego la película a alguien le pueda resultar aburrida, o ingenua, o simplemente torpe. A saber.

Sulmdog millonaire se permite hacer lo que le viene en gana en todo lo referente a la credibilidad de su historia. Mi compañero Sherlock marcaba un par de ejemplos (¿¿por qué le torturan??; la pregunta final es impermisible), pero hay muchos. Y esto es llevar la premisa de la que parte Boyle a un extremo que el espectador a menudo recibe como un insulto a su inteligencia.

Lo peor, no obstante, incluso podríamos encontrarlo en otros dos aspectos: El primero, la falta de ingenio de Boyle para estructurar el film de una manera más asincopada, que permita huir del esquema reiterativo: pregunta-flashback; pregunta-flashback. Por dos veces intenta adelantarse con el flashback a la pregunta, pero engancha consecutivamente esas dos variantes volviendo a una sensación de ritmo repetido.

El otro gran resbalón es que, sumando todos los elementos comentados, no hay nada novedoso en la película. Sabemos todo lo que va a pasar. Que no elegirá la respuesta B cuando el presentador se lo indica. Que usará el comodín de la llamada en esa última pregunta. Que volverán los Tres Mosqueteros en ese cierre. Todo. Detalle por detalle. Los importantes e incluso los pequeños.

Boyle se esfuerza por no perder su estilo visual pese a lo que narra, pese a donde se encuentra. La estética funciona, aunque el formato narración - persecución con apoyo musical - narración - persecución con apoyo musical (etcétera) que se repite por tres veces en el tramo inicial lleva al film, de nuevo, a esa eterna sensación de apelmazamiento estructural, de rodillo que gira y gira sin salirse ni un momento de la línea marcada.

Quizá estoy siendo duro con una película que tiene aciertos: No deja de ofrecer varios momentos emotivos, y un par de instantes graciosos. Tiene cierto carácter. No aburre, desde luego. Pero, aun cuando quizá se lleve esta noche el Oscar a Mejor Película de 2008, no es ese el título que se merece.

Sobrevalorada.




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