La sala se reía con regocijo mientras los sufridos protagonistas de Gravedancers se enteraban de que, por haber estado bailando encima de unas tumbas borrachos, ahora les perseguían unos espíritus que querían matarlos. Disfruto mucho viendo éste tipo de cine donde unos pobres protagonistas se ven puteados (es el término técnico), y tienen que realizar algún tipo de ritual o movida similar para librarse.
Por el medio el clásico humor que hace apología del alcohol y las drogas y unos personajes la mar de lamentables (en el buen sentido de la palabra).
La película me estaba irritando un poco, por lo predecible y poco original, hasta que me he percatado de lo cutre de los efectos visuales. ¡qué maravilla! Estábamos ante una auténtica película de serie B que, además, se encontraba potenciada por actores de la talla de Dominic Purcell, que no es capaz de mover dos músculos de la cara a la vez.