Crítica de la película La Dalia negra (The Black Dahlia) por Romulo

Tiene "La dalia negra" un problema enorme: no tiene vida, no tiene emoción, no tiene corazón. Es un juguete vacío, soso, de factura técnica irreprochable, con un color y una luz perfectas, con planos realmente hermosos e incluso sorprendentes de tanto en tanto, pero sin un ápice de interés emocional.

La película no arranca mal, el veloz hilo narrativo presenta enseguida a los dos policías y a la chica de uno de ellos, sin perder el tiempo y permitiéndose así poder ir avanzando enseguida en la trama de la película. Pero, en lugar de hacerlo, se va demorando más y más, pretendiendo ahondar en detalles que luego, quizás, pudieran ser importantes. Más que eso, acaban suponiendo una rémora, una demora innecesaria, una cojera cada vez más marcada para la película.

La cinta acaba perdiéndose en interrogatorios y en pistas que poco nos importan, ya, mientras el protagonista se debate entre dos féminas a cada cual más desacertadamente escogida. Porque si Scarlett Johansson no pega en su papel (todo el mundo parece decir lo mismo, y es cierto), el caso de Hillary Swank me parece ya gravísimo. ¿Quién es el genio que imaginó a esta angulosa mujer como femme fatale? En fin...

Y tampoco nos importa ya con quien se quede el buenazo de Josh Hartnett. Ni cuál de ellas es buena, ni cuál es mala (y eso que desde el principio es evidente, pero evidente, evidente...). Al final a uno se la trae bien floja que se descubra o no el asesino. Y esa escena, hacia el final, en que se desvela el misterio con esa anciana enloquecida sentada en la barandilla de unas majestuosas escaleras (ay, De Palma, qué ganas de ser clásico, qué perdido andas...), es justo la escena que todos sabíamos que tocaba tragar al final: un personaje (nos daba igual quién) reconociendo su crimen palabra por palabra, con algún que otro plano a modo de flashback y el protagonista con cara de tonto y revólver en mano asistiendo atónito a la confesión.

Una confesión que ya no nos importa. Si ya nos da igual qué sienta el protagonista, si quiere o no quiere a Scarlett, si desea o no desea a Hillary... ¿cómo nos va a importar quién mató a esa chica tonta que, de vez en cuando, De Palma se acuerda de mostrarnos en viejas grabaciones?




comments powered by Disqus