Bloedbroeders empieza literalmente en un desván y termina en un desván. Maravilloso ese detalle tan visual como conceptual del principio cerrado y final cerrado. Aquí, Arno Dierickx elige el principio cerrado y el final cerrado. Porque no hay otra escapatoria. Porque esto está basado en hechos reales y utilizando los antecedentes ha hecho cine. Los que no conocemos muy bien la historia real podemos pensar que ha sido bastante fiel o que por lo menos no ha hecho una película artificial y cutre. Muy sincero.
La película derrocha detalles de fábula. Es una historia que no abusa del morbo, ni siquiera lo utiliza. En realidad los personajes son como vías de tren que se unen, se separan y en el caso de la víctima, una vía muerta. Cada uno de ellos se encierra en un mundo sin escapatoria. Todos sus personajes son el reflejo de una época y actúan en función de los códigos de la misma.
Con un ritmo muy satisfactorio que mantiene el hilo en línea ascendente , con mucha personalidad, sabiendo que el final tienen que llegar. La dirección ha sido muy seria, desde principio a fin, robusta, firme, llenando los espacios de un mundo que se va haciendo cada vez más pequeño: en el colegio, en la calle, el bosque, la casa, el salón, las escaleras, el desván. Acercándose a un final que de no ser por lo que ya veníamos sabiendo no se llega uno a imaginar.
Psicodrama de nivel, de categoría. Una perla, fabulosa.