Crítica de la película Una historia de Brooklyn por Iñaki Ortiz

De imitadores e imitadores


5/5
02/07/2006

Crítica de Una historia de Brooklyn
por Iñaki Ortiz



Carátula de la película El metro avasallando a la cámara en una aparición estridente, la estética casi de super 8 que confiere un carácter autobiográfico, las canas en la espesa barba de Jeff Daniels, el crío de cara avispada con su lata de cerveza, la banda sonora pop alegre, las transiciones casi inexistentes que aportan un ritmo ultraligero. Un largo etcétera de detalles que componen el envoltorio adecuado para un género neoSundance que está cada vez más a la alza. Se le acusa a Baumbach, no sin motivos, de ser un imitador de su compañero de guiones Wes Anderson, quien, por cierto, produce esta película. Está claro que tiene muchos puntos en común pero también demuestra tener su propio estilo, mucho menos exagerado, más realista y sucio.

Si es un imitador o no, me preocupa poco. Otros han sabido imitar el estilo neoSundance, como es el caso de Mike Mills en "Thumbsucker", con una importante diferencia: aquel se quedaba en las formas, en los colores y la música, las palabras superficiales, los gestos y la ornamentación. Baumbach dota a su película de entrañas, de seres humanos interesantes y verdaderos con problemas que nos importan. Este es el verdadero triunfo de un artesano del neoSundance. Lo demás, muchos lo pueden hacer.

Consigue así generar unas escenas como la de Daniels y Linney frente a frente en la puerta de su casa, contenidos y directos, sincerándose desde la distancia. Ni que decir tiene que el mérito en gran parte se lo llevan estos dos actores que están inmensos. Linney consigue la que puede ser su mejor actuación, con permiso de “Mystic River”, está perfecta. Daniels, a quien aun tengo en la retina por su estupendo trabajo en “Héroes imaginarios” nos regala una interpretación de altura, con un carisma y una presencia cultureta que pocos pueden conseguir.

La película es rápida. Nos muestra directamente las escenas que nos interesan. Es cínica y cuando tiene que serlo es emotiva. Quizá se echa de menos un final, pero teniendo en cuenta el planteamiento realista no habría tenido demasiado sentido y habría estado fuera de lugar utilizar un recurso dramático para crear un final artificioso.

En suma, una buena pieza para volver a degustar y para convencernos de que Noah Baumbach es más que un simple colaborador.



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