Esta es una película pequeña dentro
de la filmografía de Alex de la Iglesia. Después de hacer
una película de proyección internacional como Los crímenes de
Oxford, o de haber tenido éxito en el festival de Venecia con
Balada triste de trompeta, esta suena un poco a descanso, a
algo más sencillo, más barato y más cómodo de rodar. Esto no es
bueno ni malo, no significa que la película vaya a tener menos
calidad, muchas veces proyectos sencillos dan frutos frescos. Si algo
me preocupa en este caso, es que esa sencillez y una urgente
necesidad de transmitir una idea acorde con los tiempos que vivimos,
haya derivado en un guión algo evidente y poco pulido. La sutileza
nunca ha sido el punto fuerte del director. Por cierto, el guionista
es Randy Feldman, responsable de Tango y Cash o El
negociador, una colaboración insospechada.
Aunque pudiera parecer que refuerza
esta idea la presencia como protagonista del cómico José Mota,
este es un punto que no me preocupa tanto. Primero porque éste ya ha
demostrado en su faceta como doblador de animación que puede abordar
la comedia desde la seriedad, escapando del gag. Además, los
repartos de las películas de Alex de la Iglesia muchas veces son
sorprendentesy casi siempre funcionan bien. Junto a él, nada menos
que Salma Hayek y repiten Santiago Segura o Carolina
Bang. Blanca Portillo, Ferando Tejero... hasta
Vigalondo se ha unido al grupo.
Seguramente una película irregular,
con cierta tendencia a la brocha gorda, pero también con
buenos momentos para el recuerdo y algunas muestras del gran talento
de este particular cineasta.