Un poco más de lo mismo pero peor. Esa es la idea que me queda después de ver esta película que viene a ser el mismo tipo de película que la anterior película del director, “Las tortugas también vuelan”, cuestiones esotéricas incluidas.
Tiene una buena primera hora, entretenida y llegando a tener escenas de cierto suspense en los puntos de control. Sacar a pasear la pistola tiene gracia, al principio, repetir el gag es caer en la rutina.
El conductor del autobús es un personaje que a muchos encantará y que a mí incluso ha llegado a arrancarme alguna sonrisa, pero, sinceramente, me parece un personaje-gag como los que podemos encontrar en una película de animación de Disney.
Pronto el viaje se vuelve más pesado, más difuso, más disperso. Mi reloj empieza a cobrar protagonismo y eso no es bueno. Cierto que nos muestra realidades duras, injusticias, que hay una buena muestra de la voluntad humana y que termina con un mensaje sobre el arte que se mantiene después de la muerte del autor. Todo eso está muy bien, pero no es suficiente. Muy visto, aburrido y con una dirección que no progresa adecuadamente.