Hay películas que se definen, no desde lo artístico, sino desde su configuración como producto, es decir desde su vertiente de productor, de aquellos que ponen la pasta y asumen unos riesgos sobre películas que esperan reportarles, cómo no, beneficios. Tampoco se lleve a engaño quien comience a leer esta precrítica, no estamos hablando de Michael Bay, ya que, en esto de la producción, como todo en la vida, hay buenos y hay malos.
La idea es clara. Trasladar el espíritu de Pequeña Miss Sunshine a una cinta en la que sus dos grandes protagonistas serán Amy Adams y Emily Blunt, con el permiso de un oscarizado Alan Arkin que amenaza con repetir el registro de, precisamente, Pequeña Miss Sunshine.
Si echamos un vistazo a lo que han producido los productores de Pequeña Miss Sunshine, seguro que daremos en el clavo. Tenemos desde Hasta que la ley nos separe, una fallida comedia romántica de abogados matrimonialistas con Pierce Brosnan y Julianne Moore; Todo está iluminado, un producto indie fallido; Away we go, una película de relax de Sam Mendes que explora el abc de lo indie. Toda una clara declaración de intenciones de lo que nos encontraremos en Sunshine cleaning que, por argumento, recuerda mucho a Cleaner.
Habrá humor negro, habrá dramatismo, habrá comedia no fácil y será el producto exacto para el que juegue entre lo alternativo y lo comercial sin sufrir mucho dolor. Para productos más refrescantes, el resto de estrenos del verano.