Dejo claro de primeras que doy 5 estrellas a Casino Royale puntuándola como película Bond. Dentro de ese género tan claro, único y restringido, Casino Royale me ha parecido un peliculón. Infinitamente mejor que las chorradas protagonizadas por Pierce Brosnan y sobradamente comparable con algunas de las mejores aventuras de Sean Connery. .
Empezando por lo que muchos querrán saber, es decir, qué tal le sienta el esmoquin a Daniel Craig: Pues de puta madre. Contra lo que muchos querían hacer creer, Craig presenta un 007 carnal, agresivo, bruto y tan seco como sus Martinis. Pero también seduce, con la facilidad de quien no tiene que mover ficha; viste con clase a pesar de su porte de machote, y entre trago y trago algunas de sus puyas están al nivel de las mejores de la saga. Craig no tiene la clase innata que destila Connery hasta cuando mea en la vía pública, pero tranquilamente la suelto: es un Bond mucho mejor que Roger Moore, que Timothy Dalton (que contra la opinión generalizada no me disgusta) y que Brosnan. (Del otro pobre diablo ni hablo).
¿La película? Bien, gracias. Siendo sinceros, me parece un soberano acierto plantear un Bond previo al que hasta ahora conocíamos, mostrarnos su pasado, ese que Ian Fleming ya dejó escrito pero que nadie había mostrado en pantalla. Y me gusta esa osadía: enamorar a Bond y hacerle sufrir por amor. Demostrar el por qué de ese posterior hombre de hielo, sin corazón, que hasta ahora era el que conocíamos. Especialmente delicioso el plano final, el anuncio de lo que fue y, supongo, volverá a ser: Bond, James Bond.
Y en el camino varias secuencias gloriosas: La prolongada y elaborada secuencia del casino, con sus agresivos y violentos interludios. El amor que se abre paso, poco a poco, entre Vesper y Bond (preciosa la escena de la ducha, sí, ya lo señaló mi compañero Sherlock en su crítica). Varias sorpresas de quitarse el sombrero (¡la chica tirada en plena carretera propiciando el accidente de Bond!). La VIRTUOSÍSIMA escena en la que 007 persigue al terrorista en Uganda.
Cierto es (lo discutía con Super Mario a la salida del cine) que la secuencia del aeropuerto acaba alargándose innecesariamente, más aún sabiendo de antemano cuál será el desenlace de la misma. Algo parecido está a punto de suceder en la escena del edificio veneciano pero Martin Campbell sabe reconducir el interés de la escena, a tiempo, a donde realmente quiere: Vesper en el ascensor.
Recuerdo haber leído en la crítica de Sherlock definir el estilo seco, sin medias tintas, de la película. Hostias de verdad, sin tonterías. Pues sí. Pero personalmente me ha parecido que la película a ratos tiene un estilo sobrado, virguero, virtuoso, y en eso le pasa por la derecha como quiere a títulos como Misión imposible 3 (que el propio Sherlock citaba). Además de algunas secuencias ya citadas, podría señalar el riesgo evidente de presentar a un Bond descojonándose en plena tortura (lo de los comentarios sarcásticos era de esperar pero, aún así, son de quitarse el sombrero), además de varias líneas de guión tan brillantes como preciosas en las primeras escenas entre Bond y Vesper (Eva Green, por cierto, una chica Bond inmejorable).
Si Bond sigue por este camino, le acompañaré siempre al cine. Aunque me gustaba más el gunbarrell clásico. Dicen que en la próxima vuelven al formato de siempre. Veremos.