Queda de sobra reconocida la poca capacidad para producir risa, carcajada o hilaridad por parte del tal Martin, que casi siempre apoyado por situaciones jocosas se ha ganado el apelativo de cómico. Pero La Pantera rosa necesita de un personaje que Sellers supo caricaturizar de manera excelente, moviéndose solo por el escenario, con toda la intensidad para él y sus muecas, y sin apoyo de casualidades que fuera de ser graciosas resultan en esta última entrega patéticas.
La presencia de un Kline que sobra a todas dudas, con una actuación incluso peor que su compañero protagonista, y la aparición de un Renno que equilibra fuerzas para que no resulte tan extremadamente sosa, me hace pensar en la incapacidad de muchos guionistas para sacar adelante incluso tan jugosas réplicas en forma de película taquillera, que destrozan a fuerza de idiotizar al público en general.