Desde la dulce promesa de aventurar una historia de niños para niños sin que estos maten con sus armas punzantes a nadie, es digno de mención que la película sea tan débil y sencilla como intensa y de conversaciones precisas. Ni se pierde en lindezas excesivas ni quiere realzar el candor de la batalla.
Quizás el paso hacia la batalla demasiado rápido, pero con un personaje como el león, tan digno y elegante, imagen de lo adulto pero comprensivo, el fin, pavorosamente directo ni refleja moralidades impropias ni desmanes de espectacularidad añadida.
La hermosísima reina, los efectos digitales de muy alto nivel y la actuación de unos niños que muestran sentimientos a raudales menos el mayor, Peter, el más hierático, hacen de Narnia un mundo justo para los niños, suficiente para los mayores que queremos disfrutar de aventuras de esta clase aunque echemos en falta algo más de violencia de arma blanca.