Crítica de la película Intruders por Olmo

Juan Carlos Fresnadillo puede saber desde ya que ha salido por la puerta correcta después de la primera gran prueba de su último trabajo, Intruders. Ante la mirada atenta de los espectadores del primer gran pase del festival donostiarra, a mi parecer ha ofrecido un buen y justo arranque al mismo. Ha sido una cinta manejable, sin completarse del todo pero entretenida. Fresnadillo ha querido medir bien los tiempos, ha repartido en raciones las dos historias en una de la cinta hinchando y deshinchando según le interesaba. Pero la tendencia a bajar ha prevalecido sobre la de subir. Y lo que era un antojo, se ha quedado en antojo, no en hambre porque tampoco la ha generado. Si no hay para más no lo hay y punto. Cierto antojo de palomitas, ya no regusto.

Intruders podría ser una más de la cartelera del resto del año y seguro que hubiese recibido buenas críticas. Bien por un reparto de actores, Owen, Brühl y  Ayala que se han limitado a hacer lo que saben hacer sin necesidad de exprimirse demasiado pero haciendo de la peli algo más especial de lo que presumiblemente parecía ser. La hace más profesional. Si bien es la clásica historia, el director español no ha sabido atarla corto y ha terminado por cerrarla de una manera un tanto facilona, con demasiadas evidencias y un final esperado como fugaz. Por no olvidar los guiños a los tópicos más tópicos como el cura "Karras-Brühl" y la eterna santa iglesia de por medio, el niño que se maneja como un adulto de cuarenta...

Recomendable por ese "terror controlado" del que hablaba en mi precrítica, hollywoodiense y sin exprimirse mucho la cabeza. Historias que pasan de hollywood a hollywood como los cuentos que pasan de padres a hijos. Sin sprint final. La inauguración tiene estas cosas, que todo puede ir a mejor a partir de ya.