Confieso que he estado cerca, pero que muy cerca, de puntuar Watchmen con dos míseras estrellas. Me he controlado porque confieso que el conocer el interesantísimo material que el comic ofrecía puede haber encendido mi ánimo, más que indignadísimo con las inaceptables torpezas que Zack Snyder ha cometido de manera múltiple a lo largo de las más de dos horas y media de metraje de su película.
Empiezo parándome a comentar uno de los temas que más me ha mosqueado: En Watchmen, por mucho relojito y visión simultánea del tiempo que nos cuelen, el elemento más importante no es el Doctor Manhattan y su Marte de moléculas y partículas, igual que tampoco lo es el Comediante o Roscharch; no, el personaje clave es Ozymandias, el Alejandro Magno moderno que desencadena el marmagnum tremendista con el que Moore cerraba su particular visión. Por eso toda la narración estaba pespunteada de pequeñas pinceladas, apenas remarcadas, que iban dibujando el personaje hasta que su relevancia se hacía explícita, ya en el tramo final.
En la película, eso parece ni existir. Ni nos enteramos de que Ozymandias fue tan superhéroe como gimnasta de marcas y registros profesionales, olímpicos. Ese detalle que quizá Snyder y sus guionistas entendieron nimio, resulta que no lo es, igual que muchos otros. Todos esos detalles "nimios" dibujan el perfil de un personaje de una complejidad y una totalidad helena, un ansia por la superioridad y la perfección en todas y cada una de las facetas que como hombre puede tocar. Eso no está POR NINGÚN LADO en el film de Snyder.
Lo que tenemos es una elección de casting equivocadísima, con un pobre Matthew Goode al que le ha tocado bailar con la más fea: un papel que no le pega en absoluto. Él hace lo que puede, y la culpa no es suya. No puede ser jamás Ozymandias, pero si el guión para colmo le mutila el personaje por todos los costados, el fracaso es inevitable.
Para colmo, ahí donde su aparición en el film al fin es más que testimonial (el desenlace), la película acaba ya por perder el ritmo, el tino, todo el sentido, y se convierte en una sucesión de pequeñas confrontaciones entre personajes mal cosidas entre sí. Un batiburrillo que se resuelve a saltos, a borbotones. Snyder y compañía cambian el final de manera lógica, una adaptación a estos tiempos, pero no quieren renunciar a mantener a los personajes en todas las breves situaciones que se producían en el cierre del comic. Imposible. El resultado es un revoltijo sin chicha ni limoná.
Por el camino descubrimos que todo el pasaje de la cárcel entretiene pero tampoco sorprende. Que los minutos en Marte se convierten en una suerte de convencional recordatorio del pasado del Doctor Manhattan, cuando en el comic suponía toda una audacia narrativa, en su juego con el tiempo. Y eso que Snyder se ha empeñado en calcarlo pero, chico, lo que funciona en viñetas no tiene por qué hacerlo en una película. Y para colmo nos muestra la escena de sexo peor rodada en muchos años: usar así a Leonard Cohen debería ser delito, carajo.
Hay cosas positivas en Watchmen: su introducción funciona, los títulos de crédito iniciales son simplemente fantásticos, algunas elecciones musicales son más que acertadas (Bob Dylan, Simon y Garfunkel, Philip Glass, Wagner), y Roscharch es un personaje con fuerza, rabioso, directo. Pero por cada uno de estos pros, hay un contra poderosísimo: el desenlace es torpe, otras elecciones musicales no tienen sentido, nadie sabe qué coño pinta ahí Malin Akerman: ni es guapa (si lo que querían es una mujer florero) ni tiene repajolera idea de interpretar.
Al final, tengo la impresión de que Snyder ha terminado por subrayar, dilatar y eternizar las secuencias donde menos interés real debería existir (el rescate en el edificio en llamas y tonterías similares), para olvidarse de los puntos que realmente deberían interesar y que, en algunos casos extremos, ni figuran.
Me relajo, tomo unos segundos, paro de escribir.
Retomo y acepto: la película no aburre, tiene varias secuencias que funcionan, y visualmente muchos momentos realmente potentes. Eso le salva de la quema, cierto.
Eso y que en DVD saldrá una versión extendidísima en la que descubriremos si Snyder quiso hacerle más caso a otros elementos. Pero mucho me temo que todo ese añadido radicará en el muchacho negro que lee el comic de piratas sentado junto al kiosco. Poco más.