Empieza la película y entras o no entras. Si no entras ya puedes salir de la sala porque esa no es tu película. Si no te atrapa la voz inicial, si no crees en ese mundo subterráneo y en esas personas que malviven cara a cara con Dios y el diablo, si no aceptas todo ese cuento, mejor dejarlo en ese mismo instante.
Yo, encantado porque mi imaginación vuela. No me importa que los personajes se muevan por catacumbas que pueden ser las mismas, porque en mi mente ya se ha creado el laberinto.
Luna es una sinvergüenza. Afortunadamente. No tiene miedo en plantarnos este cuento imposible, en conseguir a Val Kilmer para diez minutos, en centrar toda su película en túneles y catacumbas. Para mí tan intrigante como Viaje al centro de la tierra. Sombras, visiones, fantasmas, inscripciones… lo da todo. Se podría decir que Luna es la John Carpenter española, sin casi acción pero con la misma osadía.
Los actores dan la talla, el hijo de Stallone sale poco, por suerte. Vincent Gallo cumple sobradamente, y en general todos los actores apoyan la trama de manera eficaz. Val Kilmer sale poco pero ofrece su carisma.
Naturalmente falta presupuesto, aunque el que hay se aprovecha al máximo. A veces tanto deambular por las catacumbas resulta un tanto cómico y algo confuso. El personaje de Sergei habla demasiado consigo mismo para el público. Es una película con muchas imperfecciones, y a la vez es un film con mucha fuerza, hecho con ganas. Una película hecha con imaginación que exige imaginación al espectador.
Está claro, no me perderé la próxima película de esta directora tan arriesgada.